¿Qué sentimos en cada red social?

¿Qué sentimos en cada red social?



Las investigaciones sobre el efecto que las distintas redes sociales provocan en nuestro cerebro siguen avanzando y han comenzado a arrojar los primeros resultados. Mientras que Instagram es la red que más mediocres nos hace sentir, Facebook provoca polarización de opiniones, intolerancia y enojo. Y lo peor es que ni siquiera nos damos cuenta de ello.

Varias investigaciones han coincidido en estos resultados; una de las más importantes fue realizada por la Royal Society for Public Health, en 2017, donde se concluyó que el mal uso del tiempo en Facebook, Instagram, Snapchat y Twitter tiene efectos perjudiciales para el bienestar. Los usuarios de estas plataformas presentaron síntomas de ansiedad , depresión, malos hábitos de sueño, fueron expuestos a la intimidación, crearon preocupaciones sobre su imagen corporal y tuvieron miedo de perderse de algo importante si no estaban conectados (fomo).


Esto sucede porque las redes sociales desencadenan la misma parte impulsiva del cerebro que el juego y el abuso a substancias. Estos problemas tienden a tornarse graves sobre todo en usuarios frecuentes. “Un mes fuera de Facebook aumenta el bienestar general, reduce la ansiedad, la depresión y el tiempo dedicado una vez que se reconectan a la red social”, esto según la investigación de la Universidad de Stanford, “The Walfare Effects of Social Media”.
Para dicha investigación eligieron a un gran grupo de usuarios, los cuales se desconectaron durante un mes de todas las redes sociales; al final del análisis, se sentían más satisfechos con su vida. Quienes padecían depresión y/o ansiedad mostraron una mejoría equivalente al 25 y hasta el 40 por ciento de los beneficios que reporta una terapia psicológica. E incluso se redujo la división de opiniones respecto a cuestiones políticas y, no sólo eso, sino que aumentó la capacidad para entender los intereses políticos de los otros. Cass Sunstein, en su libro #Republic, dice que el algoritmo de las redes solo nos recomienda noticias que son compatibles con nuestros gustos e ideologías, lo que al final genera “cámaras de eco”, en las que la única opinión que escuchamos es la nuestra.


De ahí que sea complicado entender a alguien que no piense como nosotros, de ahí la polarización en las aldeas digitales. Estos mismos estudios mencionaban que la clave es el tiempo que gastamos en cada red; quienes pasaban más de 35 minutos diarios tuvieron efectos negativos, mientras que los que estuvieron en promedio de 20 a 25 minutos se quedaron con un sentimiento positivo de su uso. Entre las ventajas de un uso controlado de las redes sociales se encontraban: acceso a consejos de la salud, creación de comunidad de apoyo, soporte emocional y un espacio libre para la expresión. Y ante toda esta información, ¿qué podemos hacer? Primero es importante conocer el efecto emocional específico que cada una de las redes nos causa, pues con esta consciencia podremos mantener las conversaciones “a raya”, aprender a ser más empático y estar atentos de no caer en la trampa. Así que lo importante es que hagamos una fuerte estructura de uso, la respetemos y tomemos lo mejor de las nuevas tecnologías.

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