La mesa de la paz



La mesa para la paz es una poderosa herramienta que es de gran ayuda para resolver los conflictos en casa. Es una estrategia de la doctora María Montessori, la cual se recomienda inicialmente para niños, pero debido a su gran eficacia también es recomendable para parejas y para todo aquel que desee frenar a tiempo la ola de ira que se desata cuando se presenta un conflicto. 
La mesa de la paz es un espacio que se busca en casa, donde se pone una mesa, dos o más sillas cómodas y algunos elementos de relajación. Se implementa cuando el niño se siente triste, agobiado, frustrado, enojado, e igual como una estrategia de autogestión de las emociones (estar sentado, respirar hondo y buscar tranquilizarse) o para resolver conflictos entre padres e hijos o entre hermanos. ¿Y cómo se usa? Lo más importante a saber es que nadie está obligado a sentarse a la mesa; la paz se elige, es por ello que éste debe ser un acto cien por ciento voluntario. Tampoco se trata de un espacio para dar sermones, sino para conectar con las emociones y gestionarlas. Una vez que una persona se sienta, el principal objetivo no es buscar un culpable o entrar en detalles de la situación, sino levantarse con una solución al conflicto y que esta solución haya causado paz en todos los involucrados.

En el caso de los padres, éstos no deben de entrar a la mesa de la paz cuando aún se sienten ofuscados, pues son los guías del proceso y el cansancio o las emociones negativas pueden estropearlo. ¿Qué hay en la mesa? Principalmente debe de ser un espacio despejado; algunos elementos que pueden aportar al proceso son un reloj de arena (para que el niño se relaje o para dar turnos de palabra a los niños); un palo de lluvia o un “frasco de la calma”; una planta natural; algún libro sobre la paz o con frases que la promuevan, y una campana (al tocarla indicamos que ya estamos mejor y, en el caso de dos niños, indica que ya han resuelto el conflicto).
Es prioritario enseñar a los niños una o dos veces el proceso y en medida de lo posible permitirles a ellos resolver solos el conflicto para que obtengan un mérito por ello. Los pasos a enseñar son:

1. Manifestamos voluntariamente que elegimos la paz.

2. Nos sentamos a la mesa, también por voluntad propia, y en orden, por turnos, expresamos nuestro sentir (enfocados exclusivamente en el evento sucedido) y proponemos una solución al problema. Sin interrumpirse entre sí.

3. Se pone la mano en el corazón en signo de compromiso con la solución (la mano en el corazón significa que se está diciendo la verdad).



Al sentarnos en la mesa sabemos que aprenderemos a ceder y nos esforzaremos para hacer un buen acuerdo. Es importante que se adapte a la edad y al nivel de comprensión de cada niño, y hay que asegurarnos de que las negociaciones no se alarguen para que los participantes aprendan que éste será un proceso sencillo, práctico y fluido. Cuando el conflicto sea interno; es decir, que el niño se sienta sobrepasado por sus emociones, la mesa de la paz le ayudará interactuar con esos elementos hasta que se sienta en calma. Resolver conflictos y educar para la paz es una habilidad que se adquiere y entre más temprano enseñemos a nuestros niños a lograrlo, más pronto tendrán vidas felices transformándose en potentes agentes de cambio para el mundo. La paz es posible, pero debe ser elegida.  

Psic. Olga González Domínguez

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