¿Cómo identificar y qué hacer ante un ataque de pánico?


Durante los ataques de pánico o crisis de angustia se producen síntomas físicos muy intensos: taquicardia, dificultad para respirar o disnea, hiperventilación pulmonar, hipertensión arterial, temblores, mareos, dolor en el pecho, sudoración, náuseas, incluso diarrea y pueden ocurrir en cualquier momento y lugar, sin previo aviso.
No se trata solo de un estado emocional, sino que sus síntomas son reales y medibles. La persona siente su cuerpo fuera de control y, al percibir la desconexión entre cuerpo y mente, aumenta el miedo a lo que está sucediendo. Es decir, el pánico a los ataques de pánico provoca que el episodio sea más intenso y estresante.
Si observamos bien, estos síntomas son muy parecidos a los del Covid 19. De hecho, uno de los principales desafíos de los profesionales de la salud mental es no pasar por alto esta situación y lograr hacer un buen diagnóstico diferencial.
Por eso, es básico aprender a reconocerlos y no minimizar su importancia, significado e impacto sobre nuestro sistema, y sobre todo aprender a manejarlos.
Primero es importante saber que estos ataques no son una “debilidad de carácter” ni algo de que avergonzarse: ponen en alerta a nuestro cerebro para responder a una situación temida y prepararnos para peores situaciones que requieran máxima respuesta.

Según el Manual Diagnóstico y Estadístico de Enfermedades Mentales (DSM-V), los ataques de pánico se dan en dos fases: en la primera etapa, está la ansiedad anticipatoria y en la segunda, los pensamientos se convierten en instrucciones del cerebro que generan sensaciones físicas y la persona lo vive como un verdadero arrebato de vida.
Por ello, es importante no descalificar o decir que “exagera”, pues esto solo alimentará la sensación de soledad o desamparo y provocará mayor temor de presentar un episodio.
 Así que, si deseas apoyar a alguien, escucha sin juzgar ni dar instrucciones o trates de que vea el lado positivo. Deja que la ansiedad fluya y pregúntala qué necesita o qué puedes hacer por ella; acompáñale y mantente atento de cómo esa situación te impacta o platícalo con un tercero.
También, para evitar que se intensifique la ansiedad, es importante no evitar ciertas circunstancias ni experiencias para prevenir presentar ataques, pues esto no es útil como herramienta de afrontamiento.
La pandemia nos ha puesto a todos en alerta, cada vez los casos graves son más cercanos y conocidos, Entendiendo este panorama real, debemos partir de la idea que la ansiedad son reacciones normales, pero pueden llegar al pánico, por lo que es importante no luchar ni intelectualizar los primeros síntomas.

Respirar profunda pero pausadamente y reconectar con el momento presente para evitar que la cadena de síntomas se intensifique. Al momento del pánico también son útiles, estímulos como compresas muy frías en la frente y el cuello ya que ayudan a que nuestro sistema nervioso cambie de foco. Si ya has estado experimentando ansiedad, evita bebidas con cafeína, la excesiva exposición a imágenes o malas noticias. Se disciplinado con actividades relajantes y entretenidas que no alimenten tu angustia (por ejemplo, leer un buen libro)
Recuerda que en estos tiempos de pandemia el miedo abunda en el ambiente, pero es tu responsabilidad crear hábitos que alimenten una mente apacible.

Psic. Olga González Domínguez

escribeme@olgagonzalez.mx

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