El dilema social (primera parte)


Hace unas semanas Netflix hizo el lanzamiento mundial del documental “El dilema de las redes sociales (The Social Dilemma)”, dirigido por Jeff Orlowski. Este documental ha causado furor entre los internautas, ya que alerta de los peligros del uso de las redes sociales, del terrorismo, racismo, polarización y adicción que causan; de la estrecha relación entre la salud mental y el uso dispositivos; de los nuevos trastornos dismórficos de Snapchat; habla del análisis de nuestra personalidad que hace la inteligencia artificial, del comercio con la conducta de los seres humanos, del riesgo de estar constantemente vigilados y documentados por sistemas que carecen de supervisión humana. Y sobre todo expone cómo los creadores y presidentes de las compañías saben todo y no han hecho nada para resolverlo.

Los mensajes, correos, llamadas, inbox a mis redes no se hicieron esperar. He recibido cientos de mensajes de personas que habían entendido de qué va mi activismo constante para concientizar sobre el uso responsable de las redes, las pantallas y el tiempo que pasamos en ellas. Para aquellos que no saben, les platico que desde hace algunos años diseñé un método de 21 días para dejar la adicción a las pantallas. En mi libro Detox digital relato las historias de éxito y comparto, paso a paso, el sistema que busca balancear el uso de la tecnología. Así también alerto del actual y excesivo consumo de pantallas y de cómo esto nos ha traído una nueva adicción.

Algunos de los comentarios que más he recibido son: “Acabo de ver el documental de Social Dilema en Netflix y creo que voy a cerrar todas mis redes”, “He recibido la información y me asusta, pero no sé por dónde comenzar a poner orden”, “Estoy impactada de lo que acabo de ver, pero aun así no puedo dejar de mirar mi celular”.



A mí me pareció un documental maravilloso, pues es pertinente que se abra la conversación sobre un problema que vivimos día a día y que ni siquiera logramos identificar porque estamos inmersos. Pero de lo que sí nos damos cuenta es de que nos concentramos menos, estamos más irritables y tenemos menor capacidad de culminar una tarea de principio a fin sin interrupciones.

En lo particular, lo que más me gustó del documental fue que los fundadores y creadores de compañías como Google, Facebook, Pinterest, Instagram, Reddit, WhatsApp, entre otras, hicieran un ejercicio de honestidad y confesaran que ellos mismos son adictos a sus propias creaciones. El haberlo hecho nos ayuda a reconocerlo en nosotros mismos y a darnos cuenta de que no se trata de un defecto personal, sino de una consecuencia de la inteligencia artificial que arrasa con todo aquel que se le pone a su paso.

La única “piedrita en el zapato” con la que me dejó el documental es que plantea claramente el problema, pero no ofrece soluciones. Yo misma me encontré con este “callejón sin salida” cuando, hace años, me vi envuelta en una adicción al celular y al buscar tratamiento no encontré ninguno; por ello, como experta en adicciones conductuales, diseñé el propio, el cual he compartido con miles de personas que han superado su adicción con éxito.



En el documental hablan sobre cómo los ingenieros toman clases de psicología persuasiva para entender las leyes de modificación de conducta y a través de este conocimiento poder crear aplicaciones más atractivas. Por mi profesión y mi especialidad en modificación de conducta, soy experta en esa materia, en psicología conductista, y he usado ese mismo conocimiento para generar el antídoto.

En mi opinión no se trata de desaparecer de las redes sociales, tampoco de satanizar a la tecnología, sino de aprender a disfrutarlas como una herramienta útil y usar la tecnología a nuestro favor para estar conectados, aprender y producir. Se trata de encontrar el punto intermedio. Así que en mi próxima columna hablaré de los aciertos de este maravilloso documental y de las controversias que ha causado. También preparé una serie de videos cortos que podrán encontrar en todos mis medios de comunicación acerca de lo que opino del documental y de lo que podemos hacer para preservar nuestra concentración y ganar la lucha en la nueva guerra que se ha denominado “economía de la atención”. 

Psic. Olga González Domínguez

escribeme@olgagonzalez.mx 

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